viernes, 13 de diciembre de 2013

Bajemos un cambio

Si sos "kirchnerista", hacé de cuenta que no es el fragmento de un programa de TN. 

Si sos "anti k", pará, sé racional y no te dejes llevar por las emociones que obviamente el modelo te genera (y algunos medios). 

Lamentablemente, yo soy de las que no se sienten representadas por nadie. En algún momento sentí que podía sentir simpatía con cierto sector. Pero es triste que ya me sienta totalmente decepcionada con nuestros tan mentados líderes y sus planes a futuro. No me atrevo a escuchar esos proyectos, porque apenas pueden, los atrofian hasta ser lo contrario a lo que alguna vez dijeron. Siento que nos espera un futuro de mierda, y sé que no soy la única. Pero ese no es el punto...

Comparto este editorial para que lo escuchemos no como k, ni anti k, sino como argentinos. Porque, después de todo, los que no la votamos no podemos decir que queremos prescindir de sus servicios. Es la Presidente de todos, nos guste o no, y todavía falta.

Dejando la imparcialidad a un lado, no deja de sorprenderme el optimismo que la mandataria tiene. Es increíble... y no estoy justamente adulándola. Por lo menos hubiera compartido algunas palabras mostrando un poquito de dolor por el país el otro día en los festejos de la Democracia. Como para endulzar los oidos... Digo!

Les dejo, entonces, el fragmento de anoche de El juego limpio de Nelson Castro.


domingo, 1 de diciembre de 2013

¡A vos, quierosaberlotodo!

Léase lo escrito a continuación con voz reflexiva y no efusiva, ya que así fue pensado. De lo contrario, haga lo que se le cante el culo (eso también con la misma voz).

Qué hermosa es esa duda que motiva, y a la vez qué inútil.

La rutina es esa sed de saber cosas que nunca serán del todo comprensibles, aquellas con las que nadie tiene la última palabra. Nada está del todo mal… ni del todo bien. Es una inquietud de querer ponerle un punto final a lo que parece tan complicado al divino pedo, como si este mundo careciera de complejidad. “Los grandes hacen ver las cosas más complicadas de lo que son en realidad”, pensaba. Y lo sigo pensando –no soy tan vieja-. Debe haber un centro de creación de problemas para que los ignorantes nos mantengamos entretenidos por largas horas de pensamiento cíclico. Un tema cansa, ¡pero el stock es inagotable!

Esto me hizo acordar a la escuela. Te daba sueño el solo pensar en levantarte temprano todos los días, las integradoras, algunos profesores. No veías la hora de terminar. Pasan los años y finalmente encontraste esa línea divisoria entre el cielo y la tierra, ese horizonte tan lejano al principio… ¿y ahora? Sinfín de horizontes. ¡Qué problema! ¿”Qué problema”?

La vida es eso, supongo. Estar puliendo y cuestionando todo lo que se pueda, siempre que traigamos bajo la manga una propuesta de solución. Si no, chito la boca, cocorito/a.

Nunca fui la sabelotodo en nada. Siempre fui la quierosaberlotodo en casi todo, incluso en terrenos barrosos e inseguros. (Evidencia: clases de semiótica)

Sin embargo, cada vez que sabés algo nuevo, tenés también una nueva responsabilidad. Es el qué hacer al respecto. Esa delgada línea entre ser periodista de investigación o un chusma; abogado de la vida o la vieja que mira la calle desde su casa.

No hay que meter la nariz donde no te llaman, dicen. ¿Será que, como mi nariz no es pequeña, me entero hasta de lo que no quiero?

Saber algo y no poder hacer nada al respecto es peor que no saber nada. ¿Para qué saber todo si la mierda rebalsa? 

Les dejo una foto de Mahatma Gandhi, que no tiene nada que ver con esto pero siempre garpa y además lo respeto.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Ese extraño momento II

Buenas tardes queridos lectores de este pedorro blog. Hoy, mientras me lavaba los dientes, pensé: "hace mucho que no escribo". 
¿Falta de tiempo? Na, siempre me lo hago para escribir.
¿Estrés? Nop.
¿Carencia de rachas de luz en este período tan fucking monótono e interminable del año? Exacto.

Paso a contarles lo que me acaba de pasar. Para quienes recién abren la puerta de rachasdeluz, el titulo de esta entrada se debe un poco esta. De todas formas, no es necesario leerla.

Resulta que...
Recién vi este video


Espectacular. Esa es la palabra que a una persona en su sano juicio se le puede ocurrir inmediatamente después de verlo. A lo sumo, la piel de gallina es otro comportamiento dentro de los parámetros de la normalidad. Pero no. Luisina tenía que llorar. Sí, lloré. Pero no una lagrimita. Lloré MAL. Pero eso no fue lo más raro. El tema es que no lloré de emoción, sino que experimenté la sensación más desencajada de mi vida. Sentía lástima para con...quién? Sigo anonadada.

Ese extraño momento en que una canción del Cuarteto de Nos describe a la perfección lo que te pasa
No tardé en darme cuenta de que lo que estos señores estaban interpretando era nada menos que el Himno a la Alegría. Después de eso, fue cuestión de atar cabos. ¿Les suena "lo malo de ser bueno"? Es la canción que suelo cantar con orgullo de principio a fin (Nunca me sé las letras de las canciones. Saberse una del Cuarteto de Nos es mérito doble, no??). En una parte dice "Escucho el himno a la alegría y me deprimo, no me alegro".


Una de dos: O los del Cuarteto de Nos son unos capos que prevén situaciones inusuales a simple vista sin sentido... O yo soy un espécimen que, además de tener hipersensibilidad, posee un nivel de pelotudez que la lleva a llorar en situaciones desubicadas.

jueves, 31 de octubre de 2013

Belleza subestimada

Me encontré contando las cuadras para llegar a mi destino. Eso me pasa cuando realmente no tengo ganas de caminar y no hay nadie con quien hablar.
Gris el pavimento, verdes las veredas. Nada raro. Verde, gris, verde, gris, verde, rojo, gris... ¡Tan hermosa! Una flor silvestre sin compañía estaba a punto de ser pisada por mí, por otro, de ser meada por un perro, andá a saber. Tras unos segundos meditabundos, cometí mi acto más egoísta: la arranqué. No soportaba las miradas punzantes de las que estaban rigurosamente plantadas y detrás de una reja protectora. Algunas grandes y genéticamente perfectas. Yo y mi espíritu protector de indefensos (más que yo). No lo dudé.
Llegué a clases y la pobre ya estaba achucharrada;  me sentí muy mal. Sin embargo, cuando la acortejaban, yo les decía "¡y es silvestre!". "¿Y qué es silvestre?", me preguntaban algunos.

Ahí me di cuenta de mi manía desde que era una nena de arrancar esas que están fuera del surco planeado, esas que, como en el caso de la roja, están solas en medio de tanto verde. Nadie las invitó, pero ahí están para recrearnos la vista, solamente porque son lindas y no tienen por qué ocultarlo. Te recuerdan lo generosa que es la naturaleza, hasta en medio de un bloque de cemento que limita el esplendor de un árbol. Ellas no necesitan mucho espacio para sobrevivir. A pesar de ser pequeñas, sus colores y el estar en manada las hace llamativas. No dependen del agua que les provea su dueño; son independientes.

Mientras la admiraba en mi camino, me preguntaba qué tienen las que venden en un vivero que no tengan las silvestres. La seguía mirando... Pétalos rojos y redondeados, centro amarillo vivo. ¡Ah, claro... el perfume! Ahí me acordé de unas que yo siempre arrancaba cerca del río Arrecifes, en la zona de los quinchos. Eran unas amarillas chiquitas, pero muy vistosas. No estoy segura de quién, pero me decía que las tirara, que eran feas. A mí me gustaban porque eran amarillas. Tras mi indiferencia, escuché un repentino "Les dicen culo de vieja". Seguía sin entender (tendría 4 ó 5 años). Fue entonces que me insistieron para que las huela...
Hasta el día de hoy, no entiendo por qué tiene que un aroma fea merecer el nombre de "culo de vieja". ¿Por qué el culo tiene que ser siempre oloroso y la vejez algo feo? Al margen...

Volviendo a la hipótesis del aroma, no siento que las rosas, tan aclamadas por un público cliché, tengan rico olor. Ni siquiera son tan lindas. Todas rígidas y demandantes. Se lucen de forma individual, pero no son autosuficientes. "Cuidado con las espinas... Si querés que se sequen, ponelas boca abajo... A mí me gustan blancas porque soy pura... Guarda con la helada que se queman". Baaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

lunes, 21 de octubre de 2013

Arriba

Cuando comencé a escribir esto, todavía me quedaban unas horas para seguir deleitándome con ese paisaje majestuoso. Si me hice este espacio para desviar mi mirada al papel, es porque en ese momento veía los cerros como un escenario lejano.

A mi lado, unas cuantas plantas con las que se alimentan las llamas. Recordándonos que ellas estuvieron allí primero, algunas posan al costado de la ruta, desafiantes. ¿Quiénes seremos nosotros, los humanos, para invadir su territorio? De todas formas, qué lindos bichos...
Hay algo en mí que, por más que me esfuerzo, no puedo evitar. Me enamoré de cada pueblo, y cada despedida era fuente de una profunda nostalgia. Una parte mía quedó allá. Pienso volver a buscarla... o a dejar todas.
Apartando la racionalidad a un lado, nunca me gustó generalizar; menos aún tratándose de personas. Es un vicio que todos tenemos, hasta el poseedor de la mente más abierta.
Debo admitir que nos cruzamos con gente, y mucha. Sí, todavía hay gente. Y no, el hecho de considerarte ser humano no te convierte en gente.
Los seres humanos respiran, comen, defecan, duermen y hasta mueren por su propio bienestar. Te venden un par de zapatos divinos y te dicen que son para vos. Te recomiendan un lugar porque seguramente te va a gustar. Pero no te sientas tan especial. Acordate: el ser humano dice y hace para su propia satisfacción.
La gente le abre las puertas al paraíso a una diminuta rata de llanuras monótonas. 
La gente nunca sospecharía el lujo que esto significa.
Con una sonrisa sincera y una charla entre amigos, es suficiente. No importa tu pasado ni de dónde vengas. Después de todo, nacimos donde nos tocó y -algunos amigos pueden reírse con lo que voy a decir pero- no es algo azaroso.
De no haberme criado donde viví, no podría sentir eso que, por ahí, sientan muchos.
Llené mis pulmones con olor a nada, porque ese es el verdadero aroma del aire puro. Lástima que no pude traer provisiones extra. Tomé agua con gusto a nada, porque ese es el verdadero sabor del agua. Agua de manantial que nos dibujó sonrisas en cuestión de segundos, cual padre abraza por primera vez a su hijo recién nacido. O cual hombre, muerto de frío y tras muchas horas de incertidumbre, logró prender fuego con la técnica de antaño.
A veces, por saber que estamos en el siglo XXI y con tecnologías que nos superan, estamos reacios a novedades. Nada nos sorprende, todo nos resbala. ¿Una vaca que vuela? Mirá vos...
Hasta que te topás con un paisaje de la puta madre y decís "Soy como una semilla de diente de león volando sola, en medio de tantas alturas". Sí, pensé eso. ¡No se rían! Eso me retraía y a la vez me no me excluía.



Continuará...

lunes, 7 de octubre de 2013

Sr. Plomero

De repente, abro los ojos y me doy cuenta de algo. Me quitó el sueño, ya está. Ahora tengo que cerrar mi idea.

Todo porque ayer creí haber vaciado el mate, pero resulta que cuando lo fui a enjuagar, tenía un toco de yerba terrible. No sabía qué hacer, ya había metido la pata. Siempre trato de tirar todo en el tacho, pero esta vez estuve floja.
Me doy vuelta, acomodo las sábanas y trato de dormir. Pero una fuerza mayor me hace abrir los ojos. Los quiero cerrar, pero me tiemblan. Siento como si la dilatación de mis pupilas, propia de la ausencia de luz, me lo impidiera.
En cuestión de tres segundos pude imaginar al plomero destapando la cañería de mi casa. La yerba es lo de menos. En realidad, sólo es la mugre que causó el rebalse. 
Cual niño que hurga entre juguetes, señor plomero me cuenta qué encontró. Quiero pensar que con el propósito de ser cautelosa el resto de mi vida.
Con repugnancia, escucho atenta al buen hombre que, sin querer, me provoca nauseas. No quiero mirar, es demasiado asqueroso. Restos de comida, mate, y vaya uno a saber qué más en estado de putrefacción. Es lo que no consumo y decido desechar. Pero a fin de cuentas no lo deseché una mierda. Simplemente lo escondí en algún pasado constante (*) y salió a la luz en el momento menos esperado. Esconder no es desechar, siempre lo supe. Pero no depende de mí. Es decir, son partículas de comida, alguna vez sólida, convertida en algo chirlo y desagradable. Imposible retener eso. Dicen que somos lo que comemos. Yo soy eso, qué asco. Mejor dicho, esa es mi sobra. Lo que nadie quiere, y yo tampoco, pero que reservo sin querer.
Señor plomero me sigue dando una cátedra de la buena ama de casa. Sigo sin poder verlo; al tapón vomitivo, menos.
Le pregunto cuánto me cobra por tal hazaña, invitándolo a salir. Ya no lo soporto. Entendí su punto, pero ya no lo quiero escuchar.
Por más que se esmere en explicarme lo que pasa en el interior de la cañería, todo es en vano.
No importa cuántas veces venga a destaparla. Si no cambio mis hábitos, da igual. El resto más insignificante e imperceptible puede causar una catarata de mugre indeseada. 
Quedan dos horas antes de que suene el despertador. Vuelvo a darme vuelta. ¿En qué momento salió el sol?
Esconder no es desechar, siempre lo supe.

(*) Tiempo verbal inventado por mí para explicar algo que surge en el pasado más remoto y continúa o continuó hasta hace poco.

sábado, 5 de octubre de 2013

Poner un título es definir. Esto no merece título.

Todo es raro. Yo no sabía que ya me había dado cuenta antes. Intento pensar en otra cosa. ¡Otra cosa dije! Maldita la mente cuando se empecina en quedarse quieta. Maldita sea por hacerme acordar cosas que no quiero. Ya las pasé, para qué traerlas al hoy.
Todo es raro. No me gusta tanta rareza, por lo menos si yo no soy parte de ella. Quiero, pero no puedo. ¿Por qué todos pueden menos yo? Supongo que si sucede lo mismo con más de una persona, ya no es raro. Eso me coloca a mí sola en esa posición, entonces.
Qué bien se siente escribir en estos momentos. No puedo negar que esto es mi cable a tierra.
Hay cierta música que no me gustaría escuchar en estos momentos, esa que suena empalagosa. Me haría enojar, más de lo que ya estoy. Perdón, suena re mala onda esto. No es culpa de la música, pobre. Soy yo el tema acá. No me hagas repetir cosas como si fuera tonta. No me gusta repetir en vano, menos aun si es para demostrar algo que no tengo por qué demostrar. No soy tonta, simplemente no estoy bien. De hecho, estoy enojada. No con vos, no con la música, no con la felicidad ajena. Conmigo, yo soy el tema acá. Enojada hasta temblar, así estoy. Pero me alegro genuinamente por vos que no estás como yo. ¡En serio! Como siempre soy irónica, por ahí pensás que lo sigo así. Pero te digo en serio. Mi enojo no me impide sentirme bien por los demás. Supongo que eso es bueno. Pero no te preocupes, el tema soy yo.
Si estoy enojada con migo, ¿cómo pretendés que trate bien a los demás? Por ahí no es conocimiento común (contenta por todos, sin ironías prometido). Pero no puedo reírme si no tengo ganas. Me duelen los hoyuelos que se hacen a ambos costados de la boca. Espero que todos entiendan que no es con todos la cosa. El tema soy yo. No me puedo reír por lo que te dije, pero sí me pone contenta que no estés como yo.
¿Puede alguien sentirse tan estúpido hasta enojarse? ¿O es algo paralelo? Escribir me está sanando. No tiene nada que ver con la música esta vez. Es escribir, es ordenar los pensamientos, es asegurarse de que cuando lea todo esto una vez terminado, tenga sentido. ¿Hasta ahora estará teniendo sentido? Me lo estoy preguntando a mí misma. Si vos no entendés, no te preocupes. El tema soy yo. Con que me entienda yo, está todo más que bien; de hecho, estaría perfecto. Espero que no se lea como una partitura. Cuando la entendés está bueno. Pero vos sabés que yo ya me olvidé cómo se leía. Una cagada, porque en mi familia materna todos saben. Yo siempre me confié de mi oído, siempre me resultó suficiente para sacar un tema en el piano, como la Para Elisa. Si tengo un piano, la podría tocar, y eso porque la aprendí de oído. Si no, dudo que me salga todavía. Otra vez me acordé. ¡Maldita mente, basta!
Veo el muro como un pentagrama en perspectiva. La gente que pasa son las notas. La gente bajita, como yo, seríamos un Do. Me dio risa eso. ¡Soy un Do!

Es el momento decisivo: voy a leer. Ahora me siento valiente. Va a ser la prueba de que no estoy loca. A ver…

Yo me entendí… Es un buen comienzo. Si leés esto, estaría bueno que entiendas. Y si no, qué se le va a hacer. Ni que fuera necesario para mi vida. Me siento mejor. Amo las palabras. Podría llorar de emoción, son las únicas que me entienden en este momento. Mucho mejor.
Ya sé que dije la palabra “momento” muchas veces. No me trates de tonta, ya sé. Pero no tengo ganas de corregir, ya pasó. Después de todo, no escribí para que suene lindo. No tiene por qué sonar siempre todo lindo. Basta, otra vez la bronca.
Respiro profundo, hay un lindo día allá afuera.

jueves, 3 de octubre de 2013

La vereda desnivelada

Todo iba perfecto, como el agua que fluye naturalmente entre los surcos que se lo permiten. Mis pensamientos eran decididos, mi pulso también. Mi boca, mis brazos, mis pies y hasta mi pelo parecían moverse respondiendo a una narración externa a mi persona.
Siempre fantaseé con ser el personaje de una historia, en la que el autor se divierte de forma esporádica con mis tropiezos. Cuando considera que el lector siente lástima o hasta bronca de tantas pelotudeces por parte de una sola persona, me da un empujón. Ese mismo empujón que sentía. El clima podía variar, mis ojos podían verse cansados, mi letra, cada vez más deteriorada. No obstante, nada podía sacarme de ese estado similar a una ficción sin nudo. Todas las fallas estaban bajo mi control. Yo las había causado por ser la misma que las había permitido. Los silencios dicen mucho. Los baches en la vida también. No siempre son malos. De hecho, muchas veces son necesarios. Creí que todos los míos lo eran, por eso no le guardé un lugar a la aflicción.
Por si no estoy siendo transparente con mi apelación al entendimiento, hasta mis errores estaban en el guión de mis días. No estaban escritos, pero al parecer había dejado una columna titulada "imprevistos". Completé los espacios en blanco de manera corrida, sin interrupciones. No quería olvidarme de ningún problema. Es gratificante jactarse de problemas ya superados o actualmente padecidos. La coraza de valentía se refuerza y te podés golpear el dedo meñique del pie con la punta de la cama, pero te la bancás.
Ahora me doy cuenta que sigo siendo la misma incrédula de siempre. Me faltó completar el título con "...en realidad, bastante previsibles". De esta forma, todos los cuadros en blanco eran muy fáciles de completar.
Es increíble el poder de auto-engaño.
Cuando casi me convencía de ser alguien que nunca podría ser (ni yo, ni nadie, ya me di cuenta)... una baldosa que a la distancia pasaba desapercibida, era ahora el desnivel necesario. El tropiezo imprevisto.
Estaba ahí, como un grano solitario en la vereda para recordarme lo que creí dominar.
Es gracioso. Regularmente, me tropiezo en la calle por culpa de baldosas mal puestas o ausencia de ellas. Tras unos días de observación detallada del piso, vuelvo a mirar al cielo. Esta bueno, mientras hay tierra firme. Siempre olvido las otras variables.
Volví a tropezar y no digo mucho más. Solamente que me di cuenta que no estaba preparada para un imprevisto. No era el momento. No estaba dentro de mis imprevistos. Era demasiado imprevisto. Nadie me avisó nada. Tropecé. Me doy vuelta, nadie me vio. Sigo. ¡Qué lindas se ven las nubes!



martes, 20 de agosto de 2013

Mañana, tal vez

Me desvelé... cuando todos duermen. Hoy dormía mientras todos estaban seguramente en alguna plaza respirando aire puro a la luz del sol. Mismo sol  que me despertó cuando iluminó mi cara, porque ni siquiera había cerrado la ventana, ni la puerta. Salí a la vida cuando ya se escondía. Salieron los mosquitos porque hace calor, y hace calor en pleno invierno. Muy gracioso... Me pongo a escribir, siendo que tendría que estar leyendo, por lo menos para que valga la pena estar despierta. Es más fácil hacer lo que se quiere que lo que se debe. Será por eso que por lo segundo te pagan, y por lo primero no. Quién sabe... Pagamos por lo que nos gusta, pero que no queremos hacer. En vano se planifica, cuando todo va a ser cuando quiera ser. No tiene sentido estar despierta esperando una respuesta a la pregunta que nunca formulé, que nunca pagué, que no necesito. Necesito dejar de toser, por ejemplo. Debería replantearme mis gastos. Debería reformular mi pregunta. Cambiar el por qué por el para qué. El primero se remite a la razón, al origen, al motivo. El segundo, hacia dónde se va, no importa el origen, aunque lo predestina. Estoy despierta, probablemente, porque acabo de tomar un café, con la esperanza de respirar sin sentir una lija en mi garganta. Aunque no suele quitarme el sueño. Estoy despierta, para darme cuenta de algo que sabré mañana, tal vez.


jueves, 15 de agosto de 2013

Una página perdida de la auto-discrepante

Hace unos días leí “Sé como la persona que te gustaría conocer”. No me acuerdo dónde, pero seguramente en una de esas páginas que suelo leer, todas siempre con frases reflexivas y enriquecedoras. Una que otra, medio tonta; pero siempre alguna con más jugo.
Centrándome en lo que me trajo a escribir, les cuento que leí y releí esa frase porque veía que iba entendiéndola más (o menos).

Sé como la persona que te gustaría conocer
Tiene toda la razón…

Sé como la persona que te gustaría conocer
Suena lindo, pero no es tan fácil…

Sé como la persona que te gustaría conocer
No tiene sentido.

Todo depende de cuan seguro esté uno de cómo es y, por sobre todas las cosas, llevarlo con seguridad. Sin embargo, cuando eso no es así, podés conocerte tus mañas y decirle a todos “sabés que soy así” a modo de evitar reproches, y aun así seguir sin saber qué hacer con eso… con vos. Un constante desánimo te invade, amasado con la desgana porque, antes que nada, sabés que el mundo no va a dejar de girar. Te olvidás, y luego una pared sin puerta ni ventana te lo vuelve a recordar.
Por otro lado, me es inevitable creer algo que, por cierto, desde la semana pasada me estoy replanteando. ¿Realmente se puede cambiar nuestra forma de ser? ¿Es suficiente estar tan pero tan disgustado con cómo es uno que termina cambiando? ¿O es sólo un maquillaje a la personalidad? Es rápido, mejor que nada, pero con facilidad sale. {Odio cuando inventan metáforas baratas tipo Arjona, y creo que la de recién es un claro ejemplo. Disculpas.}
No es esto un pensamiento volátil. Un largo viaje me dio el tiempo de plantear lo que creía era un sinsentido.
Entonces, ¿se puede cambiar? Habría que conformarse con un poco de maquillaje.
Hacemos de este mundo uno mejor, hasta alivianamos la rutina de nuestro entorno. Sonrisita va, cumplidito viene. Unos conformistas totales.
Pero, ¿valdrá la pena? Al final del día llegarás a tu casa y mientras te estés bañando vas a recordar los pozos que saltaste (y cómo los zafaste!) para terminar a la noche encontrándote vos, con vos mismo.
Y si por fuerza mayor tuvieras que satisfacer al prójimo con una cálida sonrisa o con un comentario adecuado, te va a costar más que todo tu gran día. No es más que algo acartonadísimo.
Porque uno es como llegó al mundo, formándose con las cachetadas de la vida. No creo que seamos como una tabula rasa (en un momento había creído que sí); tampoco se puede volver atrás, no queda otra.
Qué incertidumbre, y qué triste la conclusión de que escribiendo no se soluciona todo.

Sé como la persona que te gustaría conocer
No sé si me quisiera cruzar por la calle. Pero de algo estoy segura: no quisiera conocer a la que no soy y nunca seré.


martes, 13 de agosto de 2013

Estigmatizados

¡Qué desgracia, Rosario! ¡Les pasa de todo! ¿Les pasa de todo?

La semana pasada nos conmovió a todos los argentinos un hecho tristísimo, una tragedia con todas las letras. Pero el azar de desgracias no se conformó.
Ya que todos los medios nacionales estaban con los ojos puestos en una ciudad que todavía no podía reponerse de tan inesperado hecho, le pareció oportuno (al azar) permitir la desgracia de otras dos muertes en un parque de diversiones.
Ayer, en la página principal de TN, daban la primicia de un accidente sobre ruta 18, según ellos, en Rosario. Si no fuera porque seguí leyendo, lo hubiera creído. Era a 40 km de la ciudad, cerca de la localidad de Cuatro Esquinas.
Hace un rato, un camión cargado de combustible perdió el control y volcó… también en Rosario.

“ROSARIO.- Otra explosión. Otro incendio. Todo en Rosario, ante una sociedad sensibilizada por las recientes tragedias (...)”, puede leerse en La Nación.

Me parece demasiado. Demasiado sensacionalista todo. Demasiado macabro jugar con la sensibilidad.
¿Un accidente de tránsito? En Panamericana hay muchos los días de semana. Sería la ciudad más meada por los elefantes.

No pasa TODO en Rosario. Todo lo que pasa en Rosario está siendo transmitido las 24 horas del día por medios nacionales, ahora.
No los estigmaticen.

Aclaro: esta reflexión está lejos de ser simpatizante de un medio en especial. De hecho, me informo bastante con los mencionados. Pero ninguno escapó al vicio.

lunes, 12 de agosto de 2013

Barderitos somos todos

Como si mis pensamientos se volaran cual polvo en… cualquier lado?... es que escribo hoy. Porque si no lo escribo, no me voy a olvidar, pero sí se va a mezclar en mi ya licuada mente.
Creo que lo que siento en este momento es indignación. En vano nos jactamos de decir lo correcto al pensar que este gobierno nos divide en dos: Ellos y los otros, los vendepatria, los extranjeros (llegué a leer por ahí…), los “nosotros”; los que no nos sentimos representados por nadie, porque todos terminan mostrando la hilacha.
Debo confesar que, si bien no me termina de cerrar este muchacho Massa, con su campaña poco creativa, sentí que muchos argentinos habíamos entendido para dónde NO debe ir nuestro país, lugar al que precisamente estamos yendo.*
Cartelitos pedorros pero muchos de ellos certeros, invadieron las redes sociales desde temprano. Y la euforia de algunos crecía a medida que la jornada arribaba a las 21 de ayer.
Véase:



Al principio me pareció algo gracioso y un poco merecido. Pero esta mañana, leyendo los inevitables comentarios en algunos diarios digitales, me di cuenta que Argentina sigue y seguirá por mucho tiempo más siendo un país dividido entre ellos y los otros.
Y eso, para serles sincera, no me alegra. Sirve para juntarse en patota y criticar de arriba abajo lo que no se está haciendo y lo que, remitiéndose a las pruebas, no está en los planes K. (Y con planes me refiero a su modelo, no a los planes sociales).
Pero, resumiendo, no entiendo que haya algo que festejar o algo que poner al ridículo con las PASO. ¿Queremos que el país deje de resquebrajarse en 2? ¿O simplemente nos alimentamos el ego masivo con la “derrota” de otro?
Alegría porque el muchacho +a tuvo más votos que Insaurralde en la provincia de Buenos Aires. ¿Pero será mejor que lo anterior?
No aprendemos más.

*Para quien no sepa hacia dónde estaríamos yendo –según mi poco instruida persona- pueden leer otras entradas más antiguas, dentro de este blog, en las que claramente me expreso.

martes, 23 de julio de 2013

La firma

Las hay de todo tipo: simples, rebuscadas, inentendibles, legibles, pequeñas, interminables, etc.
La mía, como la de todos, supongo, tiene una historia. 
Resulta que una vez había escuchado (de alguna persona, en algún tiempo lejano, no sé) que una firma bien hecha era la que se hacía de un solo trazo. Apoyás la lapicera y no la levantás hasta que no la termines. No me pregunten por qué, pero lo tomé como un desafío personal. Pensé mucho hasta que se me ocurrió una. Matadora. Era la “L” y la “Z” unidas por un solo trazo, pensadísimo y nada espontáneo. Un dibujo a conciencia. La practiqué muchas veces hasta que se pareció a esas que hacen con seguridad algunas personas. Ya saben, esas rápidas y naturales que dicen “acá estoy yo”.
La verdad es que nunca la usé hasta que cumplí 16 y tuve que renovar mi DNI. No sabía qué hacer, si cambiar la firma por una un poco más presentable o simplemente ir a lo seguro: la LZ.
Entré al registro civil, me mancharon todos los dedos y llegó el momento. “Donde está la cruz hacé la firma”, me dijo la señora (a partir de ahora, LS) que atendía. Sin  vacilar hice un firulete que aparentaba decir Luisina, de forma descontracturada, al estilo firma. LS tomó mi DNI, lo miró con asombro y dijo “Pero, ¿tu apellido dónde está? Tiene que estar en tu firma”. Me devuelve el documento y un poco anonadada escribo de mala gana al lado “Zaccaria”. LS finaliza el trámite (que en ese entonces era larguísimo, no como ahora) y firma al lado de la mía.
Yo no les voy a decir nada. Simplemente quiero que procedan a ver la imagen a continuación y me digan si eso no fue la tomada de pelo más grande de la historia.



Indignada como nunca, me prometí hacer la firma como se me cante. Y volví a la primitiva LZ.
El tema es que con el paso del tiempo se fue desviando de su diseño original.
La Z parece ser un rulo sin fin. Ya no es LZ, es L?. Y lo que solía ser un garabato con escritura firme y dibujada, es ahora un débil hilo de tinta que apenas se percibe. Su tamaño da lástima, diciendo “me quiero ir”.
Sin ir más lejos, el otro día fui a retirar correspondencia del correo, y el anciano que me atendió se rió muy tiernamente de mi diminuta identificación. Me gustaría tener una firma interesante, pero supongo que ya es algo tarde. ¿Para qué carajo sirven las firmas? Después de todo, nunca hay un especialista en caligrafía para corroborar que es genuina.

viernes, 12 de julio de 2013

Un espejo emocional

Empatía. Me encanta esa palabra. Hoy me desperté pensando justamente en la empatía; la calidez que se siente al degustar su significado y no tanto su pronunciación. Siento que no suena tan agradable al oído del otro ni al paladar mío cuando la pronuncio, como cuando la reflexiono.

Es inigualable darse cuenta de que alguien la siente por uno. "No estoy solo/a en el sentimiento". A decir verdad, no muchas veces son las que pasan cosas de este estilo. O, mejor dicho, no siempre nos encontramos en el momento justo con la persona que, más allá de entendernos, siente empatía por nosotros. Cualquier persona en cualquier parte del mundo puede estar pasando por la misma situación que yo en este momento... Y seguramente no nos conocemos.
Es por eso que calificaría como muy loco el hecho de encontrarme con alguien a quien le confíe algo y no sólo me entienda (es mucho más que eso), aunque sea genuinamente. Ni siquiera es entrar en mis pensamientos como si fueran suyos. Eso sería estúpido de pretender. Me refiero a alguien que pasó lo mismo que yo y recuerda la sensación, los pensamientos y hasta el estado de ánimo que eso le causó alguna vez.
Hoy siento empatía por alguien y no le voy a pedir que cambie de postura, que deje de pensar en eso o decirle "hay cosas peores". Porque yo hubiese hecho lo mismo, sentiría lo mismo y estaría igual de cerrada en mis pensamientos.
Lo que más me cautiva de la empatía es que no se busca. Simplemente se da. Por más que alguien realmente te quiera comprender de buena voluntad, puede que nunca se pueda poner en tus zapatos. Va por un carril diferente del de los afectos.
Un recuerdo fugaz, un micromomento del pasado o tu vida misma, de repente es la fuente de entendimiento y la clave para ese incomprendido por su propia familia. Eso es la empatía.

martes, 9 de julio de 2013

¡La sua è arte!

Hacía un segundo, se había puesto en verde el semáforo y nosotros estábamos casi adelante de todo. No tardó en reaccionar el típico pelotudo que ya tenía que andar tocando bocina. Porque, claro, ¡se había puesto en verde… hacía un segundo! No había tiempo que perder.
Siguiente esquina: presenciamos una importante puteada entre dos hombres, cada uno en su auto. Uno a la mitad de la esquina. El otro, pretendiendo pasar porque venia de la derecha y le correspondía a  el pasar. No pensaba dejar que pase el otro, cueste lo que cueste. Entonces el otro tuvo que acceder a su pedido entre –repito- las más variadas puteadas. ¿Taaaanto iba a querer hacer respetar las reglas de transito? Al unisono, mi papa y yo: “porteños”.
Mientras tanto, lo mismo de siempre. Aprovechando que no tenia que manejar, miraba por la ventanilla lo que siempre me fascina de esa ciudad y, en realidad de la mayoría.
Intrigada como nunca antes, me surgió una duda que mi papá supo contestar. “A eso lo hacían los frentistas italianos. Venían en busca de trabajo y se dedicaban a eso.”
Cuando llegué a casa busque en Google “frentistas italianos en argentina”, así, sin mayúscula. Pero fracasé en la búsqueda, ya que ni aparecían esas palabras juntas. Entonces probé con “inmigrantes italianos en argentina”. Eso era mas fácil, y más cuando se trataba de entrar a al maravilloso mundo de Wikipedia. Sin embargo, seguía sin respuestas.
Soy una trucha. Saqué esta foto también de Google.
Finalmente, encontré lo mas cercano a lo que esperaba leer, en la pagina http://www.mapaeducativo.edu.ar/pueblos_indigenas/images/14_cibotti.pdf  en la que se explayaban mucho en Francesco Tamburini, arquitecto italiano y diseñador de edificios monumentales como la Casa Rosada, el Teatro Colón, la Escuela Mariano Acosta, el Teatro Rivera Indarte y el Banco de Córdoba, la estancia de Juárez Celman, la sede del Gran Oriente y la casa de Bernardo de Irigoyen. Tambien se nombraba a colegas como Carlos Morra y Clorindo Testa, ambos italianos.
Muy a la pasada, y casi con la sensación de que lo escribieron sin mucha importancia, pude leer en el artículo algo de frentistas que, al igual que los destacados arquitectos en Argentina de 1880, también venían de Italia.
Para rematar el día, esa tarde dimos unas vueltas con mi amiga Lucha que hacía mucho no veía. Tras contarle que no podía dejar de ver los tímidos y a la vez inevitablemente imponentes frentes, me dijo que teníamos que pasar por la calle Gorostiaga, la cual en realidad era sólo una cuadra. “¡Esa cuadra quedó en el tiempo!”, me dijo, y tenía razón. Así que eso hicimos. ¡Un frente más lindo que el otro!
Estos tipos, los frentistas, eran artistas. No puedo entender cómo nadie se ocupó de averiguar más sobre ellos.
Quizás algún día se vuelvan a poner de moda y se fabriquen en serie esas elaboradas molduras para los bordes de las aberturas. Y ya no será lo mismo…


miércoles, 3 de julio de 2013

Non-fiction Thriller!

Está claro que el crimen perfecto no existe. Vueltas más, vueltas menos, se termina descubriendo. Mejor ejemplo que el crimen de la familia Clutter creo que no hay. Aunque los asesinos no eran muy lúcidos. *
Por ahí, en algún caso no se ha sabido la verdad para salvaguardar al incriminado. Sea por su fuerte influencia en la justicia o para tener una reserva de bomba para más adelante.

Intentando leer tu mente mientras lees, te doy la razón. El caso de Angeles Rawson me trajo a escribir, la joven a la que ni siquiera muerta dejan en paz. Y si no estabas pensando en eso... bueno, ahora sí.
Su ya hinchado y maloliente cuerpo pasa por innumerables investigaciones desde su defunción y posterior hallazgo. Y sí, eso es lo que se debe hacer cuando a alguien (o algunos) se le canta callar voces. Porque no se me ocurre otro motivo, por lo menos, sabiendo lo que se da a conocer. A no ser que sea su hobby. ¿Qué? Hay algunos que son rarísimos.
Pero lo que más me indigna es ver a la gente siguiendo el caso cual novela de Cris Morena, viendo qué más se sabe en la siguiente edición del noticiero. Ah, y otra cosa: ver CSI (Miami o NYC) o Law and Order, no te convierte en detective calificado para andar armando hipótesis sobre cuántos golpes le dieron a la piba o -esta es mortal- si el portero es el culpable por los rasgos que lo caracterizan con los de un criminal. WTF!!??
Esas fueron cosas que leí de la gente que comenta las noticias.
Los que se horrorizan diciendo "¡qué barbaridad!" cuando leen sobre un hecho morboso son los mismos que siguen la novela porque "hay que estar informado". Dale.
Por favor, no quiero que nadie salga creyendo que me parece mal que la gente piense. De hecho, es algo que a lo largo de este blog se puede comprobar que trato de incentivar (y a mí misma, obvio). Valoro la facilidad que muchos tienen para imaginar realidades paralelas. Eso los hace personas por demás creativas. Pero si con eso no construyen nada...

Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio. 

(Proverbio de la India)

*El crimen narrado por Truman Capote en su famoso "A sangre fría". Si no lo leíste, no sé que estás esperando.

lunes, 17 de junio de 2013

6 razones para mirar por la ventanilla cuando viajás

1. Tu imaginación vuela.
2. Si seguís con la mirada los cables en la banquina, te da sueño.
3. Si vas en colectivo, es más interesante que mirar para adelante o al desconocido que tenés al lado.
4. Si vas escuchando música, te sentís como en una película con la banda sonora incluida.
5. Aumentan tus posibilidades de que veas una estrella fugaz (yo vi 3 en esa circunstancia)
6. Te podés sorprender con el paisaje. Mirá lo que yo veo cada vez que paso por Victoria!

Y ni te cuento de las colinas que se ven cuando salgo de Libertador San Martín. Algún día Subiré alguna foto de eso, ahora no tengo ninguna a  mano.

Si tenés alguna foto que hayas sacado en algún viaje y querés compartirla, va a ser bienvenida. ¡Ninguna tiene desperdicio!

sábado, 15 de junio de 2013

Vos ponete sentimental, dale.

Si hay algo que no debemos dejar escapar los CS o los que aspiramos a serlo, es que todo comunica. Si estás intentando no comunicar, ya estás comunicando eso. No voy a reflexionar sobre si eso es algo bueno o malo. No viene al caso.*

Lo que sí tenía ganas de destacar es que hace rataso que no escribía, y eso puede haber comunicado algo.
Para los que no me tienen en su Facebook: no, no me morí. Solamente me mudé temporalmente a Entre Ríos.
Y para los que sí me tienen en Facebook: sí, es ese fucking proyecto comunicacional que me animé a comparar con el dolor de parto y un camión cargado de parciales y trabajos prácticos lo que me tuvo un poco... atareada.
No quiero decir con esto que ya no tengo nada más para hacer. Pero...¡Salute, felicidades! Lo más pesado ya pasó y siento cierto alivio por eso. 
Finalmente, casi llegamos al final del cuatrimestre que, dicho sea de paso, ¡pasó volando! (lo tenía que decir). Pero este es diferente a otros fines de cuatrimestres, porque eso significa que ya no voy a cursar con muchos de mis compañeros desde el primer año de carrera, y con quienes me encariñé muchísimo.
Encima no me puedo poner triste porque sería muy egoísta de mi parte. ¡Los odio! No, no. Mejor dicho, odio el hecho de no poder odiarlos. Sé que no se termina el mundo y que, de hecho, los tengo que aguantar 2 semanas más todavía. Pero por si se me olvida decirles en el momento más oportuno, les quería decir todo eso ahora, un sábado a la tarde y a través de este blog improvisado. Medio flojo lo mío...
Había empezado a escribir de forma catártica, como relax de esa semana que acabamos de pasar. Pero no... Se ve que esto era más significativo :)
¡Díganme cursi, no me importa! Hoy me hice un baño de aceite, todo me resbala y estoy así tipo re rebelde.


*Para mí es algo maravilloso. ¿Y qué querés que te diga? Si estás leyendo esto es porque sos tan meticulos@ como yo. No tengo la culpa...

sábado, 1 de junio de 2013

Reforma Judicial - For Dummies

Estaba buscando información para comprender el nucleo del problema que se está atravesando en la Justicia de nuestro país. En realidad, ya tenía una idea como cualquier persona que lee las noticias diariamente. Pero la verdad es que nunca me detengo a analizar cada una de ellas con el mismo énfasis. Y me pareció que era éste un tema al que hay que prestarle especial atención, ya que no se debería sobrestimar como un problema sólo para entendidos, grupo reducido a jueces, fiscales y abogados. Más bien es un tema que debería competer a todos los ciudadanos argentinos, como personas poseedoras de todos los elementos democráticos a los que tenemos acceso por igual.
Me sorprende la variedad de interpretaciones que se le puede dar a una misma doctrina, en este caso y como recién les mencioné, la democracia. Hay palabras que se separan en definición por un hilo tan imperceptible como el puñadito de sal que necesita la mezcla para hacer buñuelos (¡sí, lleva sal!).
Entonces, es menester saber qué hay detrás de los objetivos que se dicen públicamente y prever sus efectos secundarios -si no primarios- para no estar vociferando a los 4 vientos opiniones basadas en pobres fundamentos.

Para serles sincera, me había parecido una total tomada de pelo que justo a esa reforma judicial la llamaran "democratización de la justicia". Díganme, por favor. ¿Soy la única a la que ese nombre le hace un ruido parecido a un tenedor rozando una olla?
No podía convencerme de que el gobierno nos creyera tan ingenuos. Tenía que haber algún asunto más profundo que justificara ese adjetivo.
Afortunadamente, pude encontrar material proveniente de ambas posturas. Entiéndase "ambas" por las que tanto la oposición (que nuclea a una ensalada de posturas políticas y sociales) como el gobierno (que nuclea a otra ensalada de posturas no tanto políticas pero sí sociales) se encargaron de establecer. Es simple: o estás con el gobierno, o sos un vendepatria. Lamentable... (y me estoy yendo por las ramas).
A continuación, 2 videos que encontré en YouTube a través de una simple búsqueda en Google bajo el título "reforma judicial argentina". Ya me veía leyendo noticias viejas para llegar hasta el anuncio de la tan polémica norma que se quiere tomar. Sin embargo, encontré este material audiovisual que, de una forma simple y al punto, explica qué anda pasando por los recovecos judiciales, o no tanto...




No fue tan difícil adivinar cuál era de qué bando, ¿verdad? Serían las dos caras de la moneda. Una justifica; la otra refuta. No hay mucho más que decir al respecto. Algo que sí llamó poderosamente mi atención fue el recurso que ambos spots utilizaron. Primero había visto el de las ONGs, y tardé un par de segundos hasta darme cuenta que no era del Estado. Es que usaban palabras de común comprensión, dibujos simples y poco más de un minuto para hacerse entender, recursos propios de las propagandas estatales. En mi opinión, los dos están muy bien hechos. Y, claramente, los dos apuntan a un mismo público: ¡argentinos! ¿Amplio? Claro.
Si siguen hurgando en Internet, van a encontrar muchas páginas más que intentan explicar "objetivamente" el asunto. Fracasé en la búsqueda de las dichosas leyes que permitirían la reforma. Por ahí, alguno que esté interesado pueda. De todas formas, creo que como ciudadanos comunes y corrientes, deberíamos limitarnos a ver el para qué y no tanto la explicación misma.
Espero haber sido útil a quienes estaban tan perdidos y conscientes de ello como yo.
Hago una última aclaración: no creo que la reforma judicial se resuma en estos dos spots. Es fundamental alimentarse de las noticias que van surgiendo sobre el tema, que no son pocas. Cuanta más variedad de medios se consuma, mejor para una conclusión propia y no pre-masticada. :)


domingo, 26 de mayo de 2013

Ese extraño momento

¿Viste cuando bajás un par de canciones y las escuchás una y otra vez? ¡Cuando me doy cuenta que hago eso, me doy bronca! Entonces le mando “reproducir todo” a todas las carpetas de música y en modo aleatorio. Siempre que hago eso, me sorprendo de mí misma con las canciones que alguna vez bajé y que no escucho porque ni me acordaba que las tenía. A algunas las borro y a otras las escucho con más entusiasmo, dependiendo de lo que me haga acordar.

“La música nos transporta a otros momentos de nuestras vidas”.
 A ese principio ya lo conocía. A todos nos pasa todo el tiempo, ¿no? A una que otra ya no la puedo escuchar porque pasaría a ser un acto masoquista, aunque a veces me pongo a prueba. Casi nunca las termino de escuchar.

“Ese extraño momento en que una canción de Manuel Wirtz describe a la perfección lo que te pasa”.
Este me dejo helada. Me acuerdo que bajé esa canción porque es muy conocida y ese día había descubierto que era de él.  Una vez que pasó el típico momento de emoción (que incluye aprenderse la letra), la dejé de escuchar, para volver a mis clásicas.
El otro día me había emocionado con unas canciones de Scorpions, así que usé el mismo método: Reproducir todo. Y pasó lo escalofriante. No voy a decir qué canción es porque quien me conozca un poquito, sacaría sus propias conclusiones con rapidez. Lo que sí reconozco es que apareció el Sr. Wirtz y, en pocas palabras, me dijo lo que me pasaba. En sí, no es que toda la letra la pegaba. Sólo el estribillo, pero cuenta igual.
Hay que admitirlo: sus temas son pegadizos, y mal no canta el tipo... pero, en serio… ¿Manuel Wirtz? Daaaale.
Ahora voy a probar con Arjona.


jueves, 23 de mayo de 2013

Morir como hormiga



Ya sé, la calidad de la foto deja mucho que desear. Pero me pareció que la escena lo meritaba. Por si no se entiende, es una hormiga cargando el cadáver de otra.
Cuando acerqué mi celular para sacarle la foto, se asustó, dejando caer el cuerpo de su compañero/a. Rápidamente lo volvió a levantar con sus patas delanteras (lo que se ve en la foto) y siguió su labor, como si fuera un deber en su consciencia.
Más allá de la parte científica que explica el temita ese del olor a muerte que despide la hormiga, no pude evitar pensar en la "fabulezca" (o fantasiosa, si se quiere). Quién te dice... por ahí es cuestión de respetar la dignidad de la hormiga, aún fallecida.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Daddy Yankee, un poroto


“Yo nunca me choco con la realidad”, me dijo Pedrito Tabuenca el otro día, y está rebotando en mi cabeza desde entonces. Debo admitir que mi primera reacción ante tal confesión fue sentirme levemente insultada. ¿Cómo se atreve a decir eso? ¿Me va a decir que nunca se desilusionó con alguien o algo? ¿No? Bueno, después de todo, qué culpa tiene el buen hombre de tener la dicha de ver hecha realidad su vida imaginada… También se me había ocurrido que tal vez tiene expectativas demasiado bajas. ¡De esta forma, la realidad siempre las supera! Está bueno eso.
Pasa que algunos somos soñadores compulsivos, y pensamos en detalle absolutamente todo. Todo lo bueno, obvio. Imaginarse a la perfección una vida miserable se siente como ponerse a hacer un trabajo práctico un domingo a la tarde. Pero esos trabajos pesados, pesados eh… Misión imposible.
Para cuando esa esfera semejante a un limbo se encuentra con la realidad, toma la consistencia de una burbuja. Frágil y sin sentido, se ve obligada a explotarse para el bien de todos (o para el propio, por lo menos).
Entonces, mi siguiente reacción a la expresión de Pedrito fue que ese hombre no estaba siendo otra cosa que sincero. No siempre lo que imaginamos a la perfección es lo mejor. ¡Las veces que me habré salvado de mis propios deseos! Y tantas otras que me creí una gran diseñadora de realidades paralelas.
En fin, sabias palabras las de Pedro. No de gusto lo quieren tanto acá. No estoy segura de haberlo entendido por completo, aunque a él le dije que sí (entiéndanme, no quería que pensara que tengo un retraso mental). Sin embargo, algo me quedó claro: la realidad supera la ficción… y los sueños. Mientras tanto, me mantengo a la defensiva. Esto me supera.


martes, 21 de mayo de 2013

Lo inevitable


El agua corre sin dudar un momento, porque sabe que su maldición es ser escurridiza por naturaleza. Con los ojos cerrados recorre lugares cautivantes, porque sabe que cada despedida es más dolorosa aún.
Las aspas del molino no tienen descanso, porque bien conocen que éste las atrofia y hace obsoletas. La monotonía les da un vértigo mortal. Girando reviven.
Las alas saben que cuentan con el encanto que los humanos tanto anhelamos, y dicen las malas lenguas que un leve regocijo invade sus articulaciones cuando un niño las quiere adoptar.
Las ramas de los arboles flotan tranquilas en el aire, porque saben que una raíz las mantiene en la tierra. Incrédulas ellas, no saben que a la tierra no la sostiene nadie.
Las bocas no dejan de moverse para no cortar el eco que alguna vez, en un remoto lugar y lejanísimo momento, alguien provocó con el primer balbuceo.

lunes, 20 de mayo de 2013

Lo matinal

No sé si a ustedes les pasa, pero por lo menos yo me acuerdo de lo que soñé a la noche durante el desayuno. Y hoy no fue la excepción.


Mientras miraba un punto fijo (creo que la cortina, porque me siento siempre en el mismo lugar) y tomaba el primer trago de café, tuve esa famosa racha de luz. Apenas pude terminar de armar la escena ordenadamente en mi mente, me sorprendí tanto que tengo que escribirlo.


Como ya he contado en otra oportunidad*, me siento mal cuando al despertar me doy cuenta de que cometí un pseudo asesinato. Sin embargo, hoy no puedo decir lo mismo. Paso a contarles brevemente la no-pesadilla (porque al final, no fue una pesadilla… ya saben).


Resulta que llego a lo que creo era mi casa y pregunto por la persona. Alguien me responde, con la voz un poco afectada por la sorpresa, que esa persona no. “¿No qué?”, insistí en saber. “Que no… que murió. No te quisimos decir”. Acto seguido, yo acomodo una silla y ¡fin del sueño!


No sentí remordimiento ni durante el sueño, ni al recordarlo. ¿Extraño, no? No es que le desee la muerte, ni tenga odio acumulado; tampoco tenía a esa persona en mente en las últimas horas. Y, no obstante, ese sentimiento en el sueño es muy parecido a lo que esta misma, desde hace un tiempo,me forzó a tener.


http://rachasdeluz.tumblr.com/post/32808843376/conclusionesnocturnas 

jueves, 16 de mayo de 2013

Ventana de por medio

Hoy escribo porque me siento mal. Y me siento mal porque creo que estoy usando a alguien. A ese alguien le pido perdón, ya que recién esta mañana me di cuenta de mi descarado gesto. Ver a dos personas hablando en el medio de la calle y no en la vereda fue un momento de lucidez extrema.


Le pido disculpas al Sol, bola de fuego que me irrita en verano cuando me agarra desprevenida y no tengo un árbol en vista. Me arrepiento de haber dicho con tanta soltura que los días de lluvia me hacen felices al empatizar con mis pensamientos; porque lo que indirectamente doy a entender es que entre nosotros no nos acompañamos.


Sin embargo, esta mañana vi a estas dos personas hablando muy tranquilas prácticamente entre el paso de los autos, porque la sombra les congelaba hasta las pestañas. Ahí lo entendí todo.


Me siento abusiva de la amabilidad desinteresada del Sol que, ventana de por medio, tiene que lidiar con el otoño porque sacó a relucir sus celos con una bocanada de frío que hasta duele. 


Le pido perdón, entonces, a este ente que me acaricia religiosamente todos los días y yo me doy el lujo de ni siquiera percatarme. 

martes, 14 de mayo de 2013

Nadie tira la primera piedra

Una mujer insiste en hundirse en un mar de intrincados pensamientos, causa de una duda que no la deja vivir en paz: “¿estaré volviéndome loca?”, le pregunta una y otra vez a cualquiera que se cruce, no queriendo convencerse de su incomprensión. Viéndose cara a cara con algo que siempre había visto desde niña como tan lejano, siente que no hay vuelta atrás; y de alguna manera se siente dueña de un sentimiento que pocos se animan disfrutar.


“A esta le falla”, dicen entre risas sarcásticas por ahí. Sin embargo, esta mujer es, a mi criterio, más coherente que todos ellos juntos.


Todo es loco, todos estamos locos. Le echamos la culpa a la vorágine de situaciones que sobrepasan nuestro entendimiento, al estrés que eso causa, al ruido que hacen los albañiles a las 7 de la mañana, al olor a quemado que sale de la casa del vecino al quemar basura… Hasta a nuestros padres, burros de carga que llevan consigo una pesada mochila de genes y características que, traspapelados entre archivos para el trámite del milagro de la vida, se atreven a invadir nuestro ser. ¡Cualquier cosa sirve para fundamentar nuestra locura! Como si eso pudiera librarnos de la calificación.


Si una persona perfuma el aire de amor, es pegajoso; si está feliz, sufre de euforia, por lo tanto tiene en la frente una gran etiqueta: LOCA.


El loco no le teme a la creatividad ni al absurdo


¿Será culpa de alguien? Si es de todos, entonces no es de nadie. Sabemos lo ridículo que esto suena. Por eso, tenemos esa facilidad de enfocar en una sola persona o momento de la vida el origen de nuestros patitos revoloteando por doquier.


Cuestionar la propia cordura es, ante todo, una señal de cordura. Quien crea que no está loco, no sólo tiene poca capacidad de autocrítica, también corre el riesgo de pertenecer a la gran –y equivocada- manada de los auto-suficientes.


Después de todo, ¿quién es apto de declarar como loco a otro?


Como bien decía Dalí, “La única diferencia entre un loco y yo es que el loco cree que no lo está, mientras yo sé que lo estoy.”


En otras palabras, a todos nos falta un golpe de horno y podemos tomar 2 posturas frente a esto: la risa o el trastorno.

martes, 23 de abril de 2013

¿Naturaleza, sos vos?

¿Qué es eso? ¿Alguien puede decirme qué es? ¿Serían tan amables de decirme que no soy la única persona en este cuarto que lo escucha? ¿Y esa luz? ¿No les encandila? ¿Y pueden seguir con su tarea cuando abunda este penetrante aroma? ¿Me pueden escuchar a mí, al menos? ¿Es que no se dan cuenta? ¿Cómo puede para mí ser algo tan obvio y a la vez llamativo, y para ustedes pasar desapercibido? ¿Les parece gracioso ignorar? ¿No saben que a pesar de darle la espalda a algo, ese “algo” no deja de estar ahí, latente? ¿Dieron las gracias por ignorar que ignoran? ¿Dieron las gracias por existir? ¿Sabrán, en un futuro, que ese mismo vacío  que están haciendo los vaciará después?


Bueno, eso fue el resultado de una consigna que se nos dio anoche en el taller literario. La interrogación tenía que ser la columna vertebral del texto y, sí… yo me lo tomé demasiado en serio y escribí el título en forma de pregunta también. Porque tranquilamente podría no haberlo hecho, y aún así tener casi el mismo sentido. Es que me gustan las preguntas retóricas. Creo que no puedo decir nada en mi defensa. ¡Estaba en mi salsa! El título original era “¿Naturaleza, estás ahí?”, pero fue inevitable que me remitiera al libro de Paenza.

miércoles, 17 de abril de 2013

Consciencias carcomidas abstenerse

Decir que creo en el destino, es decir que estoy convencida de que absolutamente todo está ya escrito (o pautado, o pensado…). ¡No hay margen de error! Todo lo que hacemos, incluso las cagadas, están dentro del plan. ¿O no?


Por suerte, FilosoRaptor me entiende:




Un flaco que esté terminando su carrera de ingeniería en no sé qué, terminó destruido después de todos los finales y vivió situaciones vomitivas durante la defensa y espera del resultado su de tesis. Pero terminó la carrera porque tenía que ser así.


¡Teoría aplicable también a las desgracias! No quiero dar ningún ejemplo en este caso para no ofender a nadie.


A mi entender, esa es una postura cómoda. Y como de costumbre, lo cómodo me hace sentir incómoda. ¿O “incompleta” será una palabra más adecuada? No quiero que suene como una paradoja tonta. Mi sensación es que se ha hecho de la palabra “destino” toda una fuente de sucesos demasiado intrincados como para perder el tiempo encontrando su raíz. También están los casos en que la explicación no nos convence, no nos place, es un tanto insípida y poco hollywoodesca. Entonces ahí entra el destino. Otra vez.


Mierda. Quisiera tener un diccionario a mano. Siempre me gusta cuando se arman debates sobre el significado de una palabra y de repente uno abre el mataburros y dice “nujbefbrfhreuig”. Bueno, quiero decir que nos calla a todos con la idea más simple del mundo. Y con “simple” me refiero a que capta la esencia del término. Porque simple… lo que se dice “simple”, es la idea de que estamos en manos del destino. Pero ese no es simple-esencial. Es simple-cómodo. (*)


Perdón por ser tan milimétrica en algunas ideas. Es que mi estado de comodidad es cuando siento culpa y/o responsabilidad por algo. Sería como sentir que el so-called destino me toca el hombro con el dedo índice repetidas veces. Me estaría avisando que estoy a punto de provocar un hecho que más tarde se lo van a atribuir a él. “No hay problema, destino. Cuando quieras.”



(*) Acá encontré la definición de destino según WordReference.


1. m. Fuerza desconocida de la que se cree que actúa de forma inevitable sobre las personas y los acontecimientos.


2. Desarrollo de los acontecimientos que se considera irremediable y no se puede cambiar.



Un poco más aceptable en la sociedad. ¡Ni tan distinta a la mía! ¡Hmm!

lunes, 25 de marzo de 2013

Cosa de tontos

Durante la mayor parte de mi corta vida, viví con la idea de que ser sensible (en el sentido completo de la palabra) era algo malo.


En innumerables ocasiones, en crisis de autoestima, mi mamá solía decirme las cosas que toda madre le dice a sus hijos. Ya saben, lo de siempre. Pero de alguna manera, durante esas charlas, me sentía en un refugio, ya que ella parecía ser la única persona con la misma maldición y, por ende, la que me entendía (y no compadecía).


De ahí, que llegué a la pobre conclusión de que la sensibilidad era un gen maldito, dispuesto a torturarme de por vida. Las charlas con mi mamá se tornaron cuestionamientos, como si ella fuera cómplice del “azar” en los genes. ¡Un juego macabro!


Es que no entendía qué tiene de bueno sentir con esa intensidad las cosas buenas, al igual que  las malas. Toda una montaña rusa de emociones. Y lo peor de todo: mi mamá estaba convencida de que eso no tiene nada de malo. Por el contrario, se puede sacar provecho de ello. Simplemente habría que saber usarlo.


Pero cuanto más escuchaba ese tipo de respuestas, más me compadecía de mí misma. Y, créanme, eso es lo más bajo en la moral de todo ser humano; además de estar en una postura cómoda, en mi humilde opinión. En ese pozo había caído yo.


Un simple comentario era suficiente para recordarme esa condición inútil.



Todo era una represión constante de mí hacia mí misma. Toqué fondo. Hasta que lo entendí todo…


La sensibilidad no es algo que se aprende, ni se consigue con entrenamiento (wow, sonó como el fragmento de un libro de psicología). De otro modo, ¿cómo se explicaría lo mucho que disfruto la luz del sol en otoño, los abrazos genuinos, el olor a jazmín en navidad o la música como banda sonora de mi vida? ¿Por qué siento rechazo hacia la gente que no respeta a los animales y al medio ambiente, a los que no tienen dignidad y se reprimen tanto como yo lo hacía conmigo misma? ¿Qué hay del paso abrupto de la euforia a una depresión galopante, y viceversa?


No tengo un recuerdo puntual del momento célebre en el que finalmente hice el famoso clic. Lo que sí puedo decir con seguridad es que nunca me sentí más yo que desde entonces.


El viernes pasado, en una clase, el profesor hablaba de la sociedad de la información, en la que un Bill Gates o Steve Jobs no terminaron la escuela y, sin embargo, triunfaron. Casi textualmente, decía: “Hay clases en que los alumnos saben la respuesta a alguna pregunta que hizo el profesor. Pero nadie va a levantar la mano, porque la sociedad te hace creer que saber está mal, que es de estúpidos. Yo diría que estamos en la sociedad de la estupidez.”



Y sí, como tantos otros, fui y seguramente seguiré siendo víctima de esta sociedad que nos hace creer que sentir está mal, que es de frágiles. Es eso mismo lo que nos hace vulnerables al antojo de otros que, sin siquiera conocernos, nos manipulan.


No voy a hacer lo que hicieron conmigo. No voy a reírme de los no-sensibles. Yo seré una sensiblona, pero, eso sí… ¡no saben lo que se pierden!