viernes, 13 de diciembre de 2013

Bajemos un cambio

Si sos "kirchnerista", hacé de cuenta que no es el fragmento de un programa de TN. 

Si sos "anti k", pará, sé racional y no te dejes llevar por las emociones que obviamente el modelo te genera (y algunos medios). 

Lamentablemente, yo soy de las que no se sienten representadas por nadie. En algún momento sentí que podía sentir simpatía con cierto sector. Pero es triste que ya me sienta totalmente decepcionada con nuestros tan mentados líderes y sus planes a futuro. No me atrevo a escuchar esos proyectos, porque apenas pueden, los atrofian hasta ser lo contrario a lo que alguna vez dijeron. Siento que nos espera un futuro de mierda, y sé que no soy la única. Pero ese no es el punto...

Comparto este editorial para que lo escuchemos no como k, ni anti k, sino como argentinos. Porque, después de todo, los que no la votamos no podemos decir que queremos prescindir de sus servicios. Es la Presidente de todos, nos guste o no, y todavía falta.

Dejando la imparcialidad a un lado, no deja de sorprenderme el optimismo que la mandataria tiene. Es increíble... y no estoy justamente adulándola. Por lo menos hubiera compartido algunas palabras mostrando un poquito de dolor por el país el otro día en los festejos de la Democracia. Como para endulzar los oidos... Digo!

Les dejo, entonces, el fragmento de anoche de El juego limpio de Nelson Castro.


domingo, 1 de diciembre de 2013

¡A vos, quierosaberlotodo!

Léase lo escrito a continuación con voz reflexiva y no efusiva, ya que así fue pensado. De lo contrario, haga lo que se le cante el culo (eso también con la misma voz).

Qué hermosa es esa duda que motiva, y a la vez qué inútil.

La rutina es esa sed de saber cosas que nunca serán del todo comprensibles, aquellas con las que nadie tiene la última palabra. Nada está del todo mal… ni del todo bien. Es una inquietud de querer ponerle un punto final a lo que parece tan complicado al divino pedo, como si este mundo careciera de complejidad. “Los grandes hacen ver las cosas más complicadas de lo que son en realidad”, pensaba. Y lo sigo pensando –no soy tan vieja-. Debe haber un centro de creación de problemas para que los ignorantes nos mantengamos entretenidos por largas horas de pensamiento cíclico. Un tema cansa, ¡pero el stock es inagotable!

Esto me hizo acordar a la escuela. Te daba sueño el solo pensar en levantarte temprano todos los días, las integradoras, algunos profesores. No veías la hora de terminar. Pasan los años y finalmente encontraste esa línea divisoria entre el cielo y la tierra, ese horizonte tan lejano al principio… ¿y ahora? Sinfín de horizontes. ¡Qué problema! ¿”Qué problema”?

La vida es eso, supongo. Estar puliendo y cuestionando todo lo que se pueda, siempre que traigamos bajo la manga una propuesta de solución. Si no, chito la boca, cocorito/a.

Nunca fui la sabelotodo en nada. Siempre fui la quierosaberlotodo en casi todo, incluso en terrenos barrosos e inseguros. (Evidencia: clases de semiótica)

Sin embargo, cada vez que sabés algo nuevo, tenés también una nueva responsabilidad. Es el qué hacer al respecto. Esa delgada línea entre ser periodista de investigación o un chusma; abogado de la vida o la vieja que mira la calle desde su casa.

No hay que meter la nariz donde no te llaman, dicen. ¿Será que, como mi nariz no es pequeña, me entero hasta de lo que no quiero?

Saber algo y no poder hacer nada al respecto es peor que no saber nada. ¿Para qué saber todo si la mierda rebalsa? 

Les dejo una foto de Mahatma Gandhi, que no tiene nada que ver con esto pero siempre garpa y además lo respeto.