jueves, 14 de junio de 2012

Exhibicionistas

Entro a la página de inicio de Facebook y ¡CHAN!: Imagen violentamente shockeante aparece ante mi vista.


¿La fórmula de Coca Cola, una madre con verdaderas canas verdes, se muere la P…? se preguntarán ustedes. Nada más lejos de la realidad.


Era una foto de dos estúpidos con caras de orgullosos, posando, por supuesto, y un fondo verde, tipo en un descampado o algo así. Cuando veo qué era lo que estaba detrás de ellos, eran perros.


Me costó ver qué era lo sorprendente de la foto ya que, insisto, las caras de los chicos eran bastante inocentonas. Al principio había visto la cara de un perro, pero luego pude ver otra más. Estaban colgados estos animales a un tronco, obviamente ya desnucados.


Para todos los que le tenemos un profundo cariño a los animales, este tipo de imágenes son sumamente fuertes. Generan impotencia, y el amor que se les tengo a estos seres que hacen de este mundo un poco mas tierno e inocente es directamente proporcional al odio que estos infelices despiertan en mí. (Rendí parcial de estadística. Quienes lean, sabrán comprender…)


No es la primera vez que me choco con este tipo de imágenes. Animales, casi siempre perros callejeros, son víctimas de explosivos en el hocico, patadas, latigazos y vaya uno a saber qué actos insensibles más que ni quiero imaginar.


Ahora, a lo que yo voy es… ¿Hace falta, carajo, andar mostrando esas cosas a todo el mundo? ¿Es necesario ser tan gráfico con lo que se quiere decir?


Si los que hacen esas giladas y disfrutan de hacerlo ven estas fotos, será como el obeso que sabe que lo es y sigue comiendo porque así es feliz.


Quienes tenemos la desgracia de verlas y tenemos un grado de sensibilidad alto para con estas “animaladas”, nos angustiamos más sin poder hacer más nada que masticar la propia bronca.


Todos habremos escuchado que una imagen vale más que mil palabras. Muchas campañas publicitarias llegan a su objetivo a través del fuerte impacto. Pero el impacto va dirigido a un target previamente elegido. Y no creo que este sea el caso.Si sale el tiro por la culata, entonces dejen de disparar de esa forma.


¿Ves a un negro apuntándole con la gomera a un pájaro? ¡Abrí la boca! Hacele saber lo mierda que es. No le saques una puta foto al pájaro muerto para subirla al puto Facebook después y mostrar tu compasión por los animales. Ni a mí ni a muchos otros nos interesa en lo más mínimo, creeme. Tu exhibicionismo sensiblero no sirve. Si estás de acuerdo, no tenés que compartir. Basta con ponerlo en práctica, el problema de hoy.

lunes, 4 de junio de 2012

Levitando

Hoy hice algo que hacía rato no hacía: caminar por la calle con los auriculares puestos. Me había olvidado lo bien que se siente andar por ahí ignorando todo alrededor.


En realidad, no me gusta mucho eso de ir como un ente sin darle bola a nadie. Siento que estoy en una burbuja, cuando la verdad es que sí estoy en todo un mundo que me envuelve. Soy de esas personas que, una vez que pone play con el volumen a todo lo que aguanten mis oidos, presto atención a lo que quiero mientras canto en mi mente o pienso en vaya uno a saber qué. Si me saludás, es posible que no me dé cuenta. Me pasa sin auriculares, así que…


Por eso admiro a aquellos que pueden hacer simultáneamente lo que sea sin dejar de prestar atención a muchas cosas a la vez mientras escuchan su canción favorita.


Por lo general, a eso yo lo dejo para los viajes, cuando no tengo quien me acompañe; cuando no importa lo que mires, siempre va a ser el campo infinito al costado de la ruta. No hay vidrieras, ni conocidos, ni postes que te puedas llegar a chocar. Sólo la música y yo.


Pero hoy reviví eso que, por hacer tanto que no viajo, no hacía. Iba flotando, cantando entre dientes canciones que nadie escuchaba. Era una cosa entre la canción y mi persona que nadie más que yo iba a entender, y no me importaba porque se siente bien :)

domingo, 3 de junio de 2012

Moneda de $3

Creo que esto de escribir es algo terapéutico ya. Cada día que me es pesado, monótono, o un poco deprimente termino escribiendo porque siento alivio. Lo recomiendo y es gratis. Y mis disculpas a los psicólogos, pero no hay mejor terapia que la que resulta de hacer lo que a uno más le gusta.


Paso a lo que me lleva a escribir esta noche.


Se trata de algo que me toco vivir hace apenas unas horas. No pienso decir cuántas, para evitar cuentas.


¿Vieron cuando no saben por qué, pero una persona les cae mal? Son esas ocasiones en las que sacamos conclusiones antes de tiempo. En otras palabras, prejuicios. Esos malditos prejuicios que ponen barreras muchas veces innecesarias.


Sin embargo, muchas otras veces e increíblemente, el tiempo nos termina dando la razón. Alguna vez leí que cuando alguien te cae mal sin conocerlo, posiblemente hay gestos o expresiones que decodificamos inconscientemente. Esta palabra clave es con la que ahora uno viene a entender muchas cosas, como ese presentimiento de que hay algo de falsedad o hipocresía en el otro. Algo oculto detrás de esa mirada brillante y esa risa que retumba en uno que otro oído.


No quisiera que se me tilde de rebuscada, aunque sí lo soy, pero no en este caso. Créanme, lo que vi hace unas horas podría ser entendido igual que yo lo hice, si tan solo se le prestara atención.


Basta con mirar a los ojos al otro para ver si una sonrisa es genuina o está siento total y descaradamente forzada. Y esta persona en cuestión, no lo disimulaba para nada. No entiendo cuál es el problema de estar serio si lo que te dicen no te causa gracia. Reírse como monigote por algo que ni siquiera entendiste no te hace más simpático ni menos estúpido.


¡Me encanta la gente que se ríe! Peeeeeero…


…me irritó mucho que le estaba diciendo algo a esta persona, no terminaba de decirlo ¡y ya estaba que se moría histéricamente de la risa! Miraba a todos lados. Le faltaba un cartel en la frente que dijera “hola, me estoy riendo aunque no entiendo un carajo lo que me dicen, pero no importa porque quedo como re copado y la gente va a pensar que soy simpaticón”.


OK. Respiremos hondo. Por ahí un cartel así sería un poco incomodo de cargar en la frente, ya que ésta sería muy chiquita. Pero, para adaptarlo al tamaño diría “tirate un pedo en mi cara que me rio”.


Perdón por ser tan gráfica en las situaciones que me imagino, pero creo que tranquilamente esto podría pasar.


Miremos a los ojos, diferenciemos a los simpáticos de los hipócritas. ¿La razón? Simplificar la vida.