miércoles, 22 de mayo de 2013

Daddy Yankee, un poroto


“Yo nunca me choco con la realidad”, me dijo Pedrito Tabuenca el otro día, y está rebotando en mi cabeza desde entonces. Debo admitir que mi primera reacción ante tal confesión fue sentirme levemente insultada. ¿Cómo se atreve a decir eso? ¿Me va a decir que nunca se desilusionó con alguien o algo? ¿No? Bueno, después de todo, qué culpa tiene el buen hombre de tener la dicha de ver hecha realidad su vida imaginada… También se me había ocurrido que tal vez tiene expectativas demasiado bajas. ¡De esta forma, la realidad siempre las supera! Está bueno eso.
Pasa que algunos somos soñadores compulsivos, y pensamos en detalle absolutamente todo. Todo lo bueno, obvio. Imaginarse a la perfección una vida miserable se siente como ponerse a hacer un trabajo práctico un domingo a la tarde. Pero esos trabajos pesados, pesados eh… Misión imposible.
Para cuando esa esfera semejante a un limbo se encuentra con la realidad, toma la consistencia de una burbuja. Frágil y sin sentido, se ve obligada a explotarse para el bien de todos (o para el propio, por lo menos).
Entonces, mi siguiente reacción a la expresión de Pedrito fue que ese hombre no estaba siendo otra cosa que sincero. No siempre lo que imaginamos a la perfección es lo mejor. ¡Las veces que me habré salvado de mis propios deseos! Y tantas otras que me creí una gran diseñadora de realidades paralelas.
En fin, sabias palabras las de Pedro. No de gusto lo quieren tanto acá. No estoy segura de haberlo entendido por completo, aunque a él le dije que sí (entiéndanme, no quería que pensara que tengo un retraso mental). Sin embargo, algo me quedó claro: la realidad supera la ficción… y los sueños. Mientras tanto, me mantengo a la defensiva. Esto me supera.


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