viernes, 8 de enero de 2016

Hoy en "Términos peligrosos": Señora

"Leche, yogurt, mermelada, nuez moscada y... Ay, ya me olvidé. Eran 6 cosas en total, 4 eran lácteos. Era lech-...".

No quería terminar el trayecto al supermercado sin antes terminar de recordar la lista de cosas que tenía que comprar. "¿Pero por qué no llevás una lista?" O sea, no. Yo puedo sola. "Era: leche, yogurt, mermelada, nuez moscada, QUESO CREMA Y QUESO RALLADO. ¡VAAAAAAMO!"

Entré triunfante al palacio de manjares expres sin agarrar changuito ni nada (porque para qué tengo brazos si no) y encaré directo a la parte de lácteos. Para asegurarme de no olvidar nada, preferí un método más meticuloso todavía: 6 cosas. 4 eran lácteos. De esos 4, 2 eran quesos. No podía fallar. "Los lácteos tenés que agarrarlos a lo último, así no están sin frío por mucho tiempo", las palabras de mi vieja retumbando en mi cabeza. No importaba, corría el riesgo.

Mientras buscaba la mermelada escucho "¡Fulanito, vení para acá! ¿De dónde sacaste eso? Dejalo ahí. ¡Vení! Ay Dios... ¡Que vengas, te digo!". Los chicos de la verdulería y fiambrería largaron una carcajada de complicidad para con ese Fulanito. Tenía que darme vuelta y ser parte...

Un Nene Obeso de unos 3 añitos corría de góndola en góndola con cara de ladilla con un paquete de papel higiénico. Los nenes gordos siempre me dan ternura, aunque este me causaba un poco de lástima. De repente, pensaba en los nenes que son crueles, su salud, no sé. Me pregunté si su sobrepeso era consecuencia de un descuido de sus papás o era algo genético. Me incliné más hacia la primera opción pero quién soy yo para juzgar. Nunca se sabe. De todas formas, me invadió la ternura y no pude evitar una sonrisa mientras lo seguía con la mirada.

Su papá tenía cara de pocos amigos. Realmente quería que el mocoso se dejara de joder.

Mientras tanto, ya me dirigía a la caja. Abrazando con mis brazos y pera todo lo que había ido recolectando, llegué justo 2 segundos antes de tirar todo a la mierda. Porque el changuito se agarra cuando vale realmente la pena. Eso es sabido.

Nene Obeso viene corriendo hacia mí y se pone justo delante mío. De forma entusiasta, empieza a poner algunas cosas en la caja, mientras la chica, confundida, pasaba por la registradora mis productos mezclados con los suyos. Otra vez me reí y le digo al papá: "Ya sabés a quién mandar a hacer mandados más adelante", como quien ignora de forma simpática que SE ESTABA COLANDO. 

A Papá de Nene no le hizo mucha gracia. Se notaba que cada vez que hacía las compras la pasaba para el orto. Eso... o estaba constipado.

Inmediatamente, le aclaro a la chica que ese detergente no era mío.

En el momento menos pensado (y no hablo de la tarde, sino de mi vida), ocurre lo que algún día iba a pasar. A algunas amigas ya les había pasado pero yo lo veía lejano.

"Fulanito, qué hacés? Sacá eso de la caja! Vení, ponete atrás de la señora".

La cajera mira boquiabierta a Papá de Nene, luego a mí, sin cambiar de expresión. Al notar que dicho sujeto no se percató de nada (porque lo único que quería era finalizar la tortura de las compras), exclama, casi balbuceando: "T - Te dijo... señora!"

No recuerdo bien qué pasó después de eso, porque se me nubló la vista y me desvanecí.
No, mentira. Pagué y me fui confundida pensando qué carajo acaba de pasar.

Me quedó un tic nervioso.

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