miércoles, 30 de mayo de 2012

Atando cabos

Estaba sentada ayer cuando recién empezaba la clase de problemática social, política y económica contemporánea (sí, todo eso es el nombre de la cátedra), simplemente “Problemática”.


Antes del que el profesor comenzara con la clase, leía rápidamente mis apuntes tomados la semana pasada. El apuro de escribir todo lo que me parece importante de lo que dice el profesor hace que mi letra no sea muy legible, pero como soy consciente de eso, me tomo el trabajo de resaltar de alguna forma las palabras claves. En fin, nada de otro mundo y supongo que a muchos de los que escribimos todavía en hoja de papel nos pasa.


Las últimas dos clases fueron sobre la democracia: cómo y dónde surgió, qué implica, qué riesgos acarrea…


Una y otra vez veía una palabra que, como dije antes, escribía en mayúscula, subrayaba, hacía recuadros para que quedara bien clarito que no se me podía pasar por alto: CORRUPCIÓN.


Reconozco que suelo mezclar las declaraciones de los profesores con las conclusiones o asociaciones que yo hago por mi cuenta, pero puedo diferenciar una de la otra. Cuando vuelvo a leer, me acuerdo qué pensaba cuando lo escribía.


Entonces, volviendo a lo que me condujo a escribir hoy, recién ayer, haciendo un escaneo rápido de esa letra desastrosa, pude notar este fenómeno. Y digo recién ayer porque las dos clases anteriores escribí cosas aisladas, sin pensar. Simplemente no tuve tiempo de sentarme a ver qué había escrito antes. Así que iba las últimas clases, escuchaba y escribía sin relación alguna.


Es por eso llamo mas mi atención que a pesar de haber escrito sin asociar nada de clases anteriores, en todas ellas insistía en la corrupción.


En mi universidad no vas a ver inclinación hacia ningún tipo de partido político. Cada uno tendrá la suya, pero no es algo que se promueva acá, debido a la naturaleza de la institución. Y el profesor de esta catedra no es la excepción, pero sí deja siempre en claro que la corrupción conduce a la ruina de cualquier forma de gobierno. Parece no tener intenciones de ocultar este aspecto, y concuerdo con eso. Después de todo, ¿acaso hay alguien que piense lo contrario? No, mejor no contestes.


Keynes sostiene que el asistencialismo es necesario y de ninguna manera debe ser eliminado. Destaca dos tipos de asistencialismo: el genuino, que existe como un trampolín para el desarrollo; y por otro lado… ¡tan-tan-tan-tannnnnn!: la maniobra política.


Es una cuestión de dignidad. Es decir, el día que no se necesite más esa ayuda, se sentirá vergüenza por usarla pudiendo salir delante de manera digna y no como un mantenido.


Pero cuando no importa la dignidad de la gente, cuando ya se torna alevoso y descarado, entonces eso es corrupción.


Fragmentación social, aumento de sectores marginales, aparición de nuevas formas de pobreza (*)… ¿La causa? Adivinaste.


El gobierno autoritario pisa fuerte. Y del dicho al hecho, hay un largo trecho. Pero del autoritarismo al totalitarismo no tanto. Según mis apuntes -disculpen que cite mis pobres anotaciones-, este último es un exceso de poder tal que se mete en la propiedad privada y directamente en el bolsillo de la gente. Ah, y ya que está, en la dignidad también. ¿Te suena?


No es mi intención dar una clase de corrupción o, en su defecto, de vida utópica. Pero hasta en la nube de pedos que vivimos podemos darnos cuenta de que esto no concuerda con la democracia teórica. Entiendo que es difícil bajar a la práctica muchos proyectos.


Pero esto no es Democracia vs. Corrupción. Por lo menos no debería; corrupción no es una forma de gobierno, es una muy mala herramienta, de hecho. Esto es corrupción con un disfraz trucho de democracia.


Robar para fines mayores no te convierte en un puto Peter Pan. No se trata de mayor o menor corrupción, sino de corrupción.


(*)Che, suena lindo “aparición de nuevas formas de pobreza”. ¡Hasta parece innovador, Ja!

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