domingo, 26 de mayo de 2013
Ese extraño momento
jueves, 23 de mayo de 2013
Morir como hormiga
Ya sé, la calidad de la foto deja mucho que desear. Pero me pareció que la escena lo meritaba. Por si no se entiende, es una hormiga cargando el cadáver de otra.
Cuando acerqué mi celular para sacarle la foto, se asustó, dejando caer el cuerpo de su compañero/a. Rápidamente lo volvió a levantar con sus patas delanteras (lo que se ve en la foto) y siguió su labor, como si fuera un deber en su consciencia.
Más allá de la parte científica que explica el temita ese del olor a muerte que despide la hormiga, no pude evitar pensar en la "fabulezca" (o fantasiosa, si se quiere). Quién te dice... por ahí es cuestión de respetar la dignidad de la hormiga, aún fallecida.
miércoles, 22 de mayo de 2013
Daddy Yankee, un poroto
martes, 21 de mayo de 2013
Lo inevitable
lunes, 20 de mayo de 2013
Lo matinal
No sé si a ustedes les pasa, pero por lo menos yo me acuerdo de lo que soñé a la noche durante el desayuno. Y hoy no fue la excepción.
Mientras miraba un punto fijo (creo que la cortina, porque me siento siempre en el mismo lugar) y tomaba el primer trago de café, tuve esa famosa racha de luz. Apenas pude terminar de armar la escena ordenadamente en mi mente, me sorprendí tanto que tengo que escribirlo.
Como ya he contado en otra oportunidad*, me siento mal cuando al despertar me doy cuenta de que cometí un pseudo asesinato. Sin embargo, hoy no puedo decir lo mismo. Paso a contarles brevemente la no-pesadilla (porque al final, no fue una pesadilla… ya saben).
Resulta que llego a lo que creo era mi casa y pregunto por la persona. Alguien me responde, con la voz un poco afectada por la sorpresa, que esa persona no. “¿No qué?”, insistí en saber. “Que no… que murió. No te quisimos decir”. Acto seguido, yo acomodo una silla y ¡fin del sueño!
No sentí remordimiento ni durante el sueño, ni al recordarlo. ¿Extraño, no? No es que le desee la muerte, ni tenga odio acumulado; tampoco tenía a esa persona en mente en las últimas horas. Y, no obstante, ese sentimiento en el sueño es muy parecido a lo que esta misma, desde hace un tiempo,me forzó a tener.
* http://rachasdeluz.tumblr.com/post/32808843376/conclusionesnocturnas
jueves, 16 de mayo de 2013
Ventana de por medio
Hoy escribo porque me siento mal. Y me siento mal porque creo que estoy usando a alguien. A ese alguien le pido perdón, ya que recién esta mañana me di cuenta de mi descarado gesto. Ver a dos personas hablando en el medio de la calle y no en la vereda fue un momento de lucidez extrema.
Le pido disculpas al Sol, bola de fuego que me irrita en verano cuando me agarra desprevenida y no tengo un árbol en vista. Me arrepiento de haber dicho con tanta soltura que los días de lluvia me hacen felices al empatizar con mis pensamientos; porque lo que indirectamente doy a entender es que entre nosotros no nos acompañamos.
Sin embargo, esta mañana vi a estas dos personas hablando muy tranquilas prácticamente entre el paso de los autos, porque la sombra les congelaba hasta las pestañas. Ahí lo entendí todo.
Me siento abusiva de la amabilidad desinteresada del Sol que, ventana de por medio, tiene que lidiar con el otoño porque sacó a relucir sus celos con una bocanada de frío que hasta duele.
Le pido perdón, entonces, a este ente que me acaricia religiosamente todos los días y yo me doy el lujo de ni siquiera percatarme.
martes, 14 de mayo de 2013
Nadie tira la primera piedra
Una mujer insiste en hundirse en un mar de intrincados pensamientos, causa de una duda que no la deja vivir en paz: “¿estaré volviéndome loca?”, le pregunta una y otra vez a cualquiera que se cruce, no queriendo convencerse de su incomprensión. Viéndose cara a cara con algo que siempre había visto desde niña como tan lejano, siente que no hay vuelta atrás; y de alguna manera se siente dueña de un sentimiento que pocos se animan disfrutar.
“A esta le falla”, dicen entre risas sarcásticas por ahí. Sin embargo, esta mujer es, a mi criterio, más coherente que todos ellos juntos.
Todo es loco, todos estamos locos. Le echamos la culpa a la vorágine de situaciones que sobrepasan nuestro entendimiento, al estrés que eso causa, al ruido que hacen los albañiles a las 7 de la mañana, al olor a quemado que sale de la casa del vecino al quemar basura… Hasta a nuestros padres, burros de carga que llevan consigo una pesada mochila de genes y características que, traspapelados entre archivos para el trámite del milagro de la vida, se atreven a invadir nuestro ser. ¡Cualquier cosa sirve para fundamentar nuestra locura! Como si eso pudiera librarnos de la calificación.
Si una persona perfuma el aire de amor, es pegajoso; si está feliz, sufre de euforia, por lo tanto tiene en la frente una gran etiqueta: LOCA.
El loco no le teme a la creatividad ni al absurdo
¿Será culpa de alguien? Si es de todos, entonces no es de nadie. Sabemos lo ridículo que esto suena. Por eso, tenemos esa facilidad de enfocar en una sola persona o momento de la vida el origen de nuestros patitos revoloteando por doquier.
Cuestionar la propia cordura es, ante todo, una señal de cordura. Quien crea que no está loco, no sólo tiene poca capacidad de autocrítica, también corre el riesgo de pertenecer a la gran –y equivocada- manada de los auto-suficientes.
Después de todo, ¿quién es apto de declarar como loco a otro?
Como bien decía Dalí, “La única diferencia entre un loco y yo es que el loco cree que no lo está, mientras yo sé que lo estoy.”
En otras palabras, a todos nos falta un golpe de horno y podemos tomar 2 posturas frente a esto: la risa o el trastorno.