sábado, 3 de marzo de 2012

¡Enséñenles a pescar!

Antes de ayer venía haciendo un viaje habitual para mí que es pasar por las afueras de Rosario, lo cual implica pasar por las villas. No puedo mirar para otro lado cuando paso por ahí que no sea aquellas casas precariamente construidas con lo que encuentran: chapa, madera, cartón, carteles, lo que sea. Eso sí, tienen luz (porque se enganchan) y hasta he visto antenas de Directv. Cualquiera que pase por ahí lo puede comprobar. Y esta realidad es casi la misma en todas las villas de cualquier ciudad grande.


Entonces me pregunto si viven de esa forma porque realmente no les queda otra. Sé que es fácil decir las cosas cuando uno no vive cierta situación, pero traté de pensar si tienen otra alternativa, cualquiera sea, para salir de ese círculo vicioso. Porque esto no empezó ahora. No, esto se viene viendo de hace años. Son generaciones enteras que viven de esta forma y se la transmiten a las siguientes. Y por más que haya recursos para salir de ese pozo social, la voluntad es lo que más cuenta. Sin embargo, esa voluntad puede y debe ser incentivada por el Estado, para que esto se termine de una vez.  “Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”, dice un proverbio chino. Una mujer no encuentra quién le pueda hacer la limpieza general de su casa por lo menos 2 días a la semana, porque ganan más por no hacer nada. ¿Para qué preocuparse por la cantidad de hijos? Si total, el Estado paga por tenerlos. Claro, equivalen a otra camada de pobres chicos sin rumbo, los mismos que después toman decisiones sin tener en cuenta las consecuencias en los demás. Pero, ¿qué pasa con la alimentación de esos bebes los primeros meses de vida? Es primordial que se le preste atención a eso, ya que puede determinar su desenvolvimiento para todo el resto de su vida. ¿La “Asignación Universal por Hijo” está realmente destinada a ese hijo?


Intenté poner en alguna parte de esta nota algo así como “… y he aquí el origen de este problema”, pero se me hizo imposible. Es una bola de nieve, cada vez más grande e imposible de parar. No se sabe ya cual es el meollo de esto. Siempre es motivo de discusión en cualquier mesa que salga el tema. Podría estarse horas tratando de llegar a un acuerdo. Pasa muchas veces que todos opinan lo mismo, aunque lo vean desde un lugar diferente, o le prestan más o menos atención.


Después entro al centro de la ciudad y ellos están ahí, mendigando (o peor, robando), deambulando por las calles en busca de un poco de suerte. A veces la tienen, otras no. Y pasan sus días en una ciudad (si se puede decir que son parte de ella) que los alimenta mal y los trata con indiferencia, porque el tiempo corre y no se puede detener a pensar en qué van a hacer el resto de la tarde. Sin esperar nada en especial de nadie, y mucho menos un proyecto de vida. La villa es su mundo; así nacieron, y la gran mayoría ahí morirá.


“Y bueh, qué se le va a hacer. No podemos hacer nada.”, se escucha muchas veces. Y sí, es verdad.

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