Nunca fui partidaria de las demostraciones públicas de
dolores o problemas emocionales. Me provoca desconfianza hacia quien las
manifiestan, y hasta un poco de incertidumbre. Es que no estaría entendiendo
qué buscan. ¿Acaso empatía? ¿Fama, tal vez? ¡Hagamos un certamen de quién está
más cagado a palos por la vida! Y el ganador es… (Redoblantes). NO. Eso no pasa.
Nadie festeja la valentía que significa eso, más bien comienza a aburrir tanto
problema. No sé si a algunos les pasa todo, o si buscan que les pase. Cualquiera
sea el caso, pierde sentido después de los 7 problemas diarios.
Dicho todo esto, seguramente piensan que nunca tuve un
problema en la vida o, peor aún, que los tengo pero no los siento. “¡Salí de
acá, fría, insensible!” Nada de eso. Y capaz les haga ruido que, luego de
destruir el único motivo de orgullo de los problemáticos crónicos, les vaya a
contar a continuación lo que siento.
La mujer más tierna, dulce, sumisa, sabia y sobre todo
FUERTE que conocí, falleció hace poco más de una hora. No lo meto en la bolsa
de los problemas. Todo lo contrario: su vida fue un problema, un dolor
constante. Pero dolor físico, de los insistentes que no te dejan en paz. Así y
todo, ella siempre con una sonrisa y caricias maternales. Por eso sé que ella
ahora dejó de sufrir, de una vez por todas.
Su preocupación era que a Clara y a mí nos fuera bien en los
estudios, que comiera rico mientras vivo sola, que mi mamá no trabajara tanto
como lo hace, que le llevaran a su tataranieto para conocerlo, que nunca
faltara la yerba, el limón y las masitas. Que nunca nos falten bombachas
(siempre nos regala eso), que venda mis pulseritas, que no sufriéramos por amor
porque somos jóvenes y hay que disfrutar de las cosas lindas de la vida. Que no
le falten los mil medicamentos que tomaba diariamente, que siempre nos tapemos
la boca cuando hace frío, que no me oscurezca ni me corte el pelo, que me deje
el “jopito, que te queda tan bien”.
Le gusta que la llamen y que le atiendan el teléfono rápido
cuando llama ella, si no, insiste. Ama los perros y los gatos, se pone contenta
cuando le llevamos al Chancho Peludo a hacerle quilombo a la casa. Es coqueta,
no sale así nomás a la calle. Nunca le faltan pantuflas ni el pañuelito que se
cuelga en el frunce de la pollera.
Mira 2 telenovelas mexicanas de lunes a viernes. Más que eso
no, porque se cuida la vista. Espera las noches en su cama, con la radio en la
mesa de luz. Me dice que soy alta, que me deje de joder con ideas raras.
Cuando va a casa, la pieza de Clara aparece mágicamente ordenada.
Le parece de lo más raro que no nos gusten las pasas de uva
y siempre que hacía budín de pan, nos aclaraba que no le había puesto, sólo por
nosotras. Le ponen mal las discusiones familiares y sé que se le escapan
lagrimitas. No entiende qué hizo para que muchos no la fueran a ver más. Acepta
callada y se aferra a los que la amamos.
Quiero que todos sepan lo genial que fue mi abuela y lo
feliz que soy de haberla podidodisfrutar tantos años. Tantas charlas en el
patio, risas, quejas, confesiones y demostraciones de cariño genuinas como
nada.
¡Ay, abuela, cómo te voy a extrañar! Lloro de tristeza
porque soy egoísta y quería que te quedaras un ratito más, aunque sé que
estabas sufriendo tanto. Qué lindo fue saber que me querías y me esperabas con
ansias. Qué lucida y consciente de todo estabas. ¡Qué vieja cocorita! Siempre poniendo
los puntos J
Echaste raíces en todos lados, inspiraste cariño en todas
las personas que tuvieron el gusto de conocerte. Eras nuestra reliquia, nuestra
bisabuela compinche. Te guardo en un lugar privilegiado de mi memoria.
No voy a ir a tu velorio, pero no porque no acepte la idea
de que ya no estás más entre nosotros. Hace 3 días que venía presintiendo la
noticia. Sé que no todos comparten esta opinión, pero siento que esas reuniones
rozan lo morboso y a veces parecen un circo. Le doy la espalda a la hipocresía.
No me ayuda a sentirme mejor, y vos ya no sentís nada, ya
estás en paz en un lugar mejor.
Te quiero recordar en vida, sonriendo y charlando hasta la
madrugada, como cuando te quedabas en casa.
Ya nos vamos a juntar a matear otra vez.
Ya nos vamos a juntar a matear otra vez.
Hasta siempre, Dorita.
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