jueves, 7 de marzo de 2013

De inmigrantes y cabos perdidos

                                                                            Escrito el 19 de febrero.



Anoche estábamos desveladas con la abuela Dora (mi bisabuela, por si no leyeron los posts anteriores). Cuando eso sucede, nunca se agotan los temas de conversación. Familiares muertos son de su preferencia, ya que los recuerda con lujo de detalle, conservando alguna de sus pertenencias con cierta nostalgia. Regalos sin abrir, un pañuelo de seda y un reloj de mano entran en la lista. Esta vez, fue el turno de su difunto esposo, mi queridísimo y longevo bisabuelo a quien tanto extraño, el abuelo Balta.


- Abuela, ¿te puedo hacer una pregunta? no alcancé a preguntarle al abuelo… ¿Por qué el abuelo Balta es apellido Sánchez, y su hermano Angel es Juárez?


-¿Nunca te dijo el abuelo? Uhh, larga historia. Ellos son medio hermanos. ¿Vos sabías eso, no?


- No, pero lo sospechaba. Aunque se parecían bastante.


- Bueno, ellos comparten la madre. De ahí que tengan diferente apellido. Primero, tu tartarabuela se enamoró de tu tartarabuelo (sic), con quien tuvo al abuelo Balta. Él había venido de España en busca de trabajo porque parece que allá eran muy pobres. Pero resulta -entre risas- que el muy sinvergüenza había dejado a una esposa con hijos en España, a quienes les mandaba plata todos los meses… ¡hasta que un día se le aparecieron en Buenos Aires!


- ¡Noooo, se le juntó el ganado al viejo! ¿y entonces?


-Entonces, imaginate que disparó con su familia de España y dejó a la pobre mujer sola con tu abuelo.


- Pobrecita… y qué hijo de puta él. ¿Era chiquito el abuelo Balta?


- Sí, era un pibe todavía, pero siempre supo todo, eh. Estaba muy enojado con el viejo, lógico. Peeeero… después tu tartarabuela conoció a otro hombre con quien se casó y tuvo a Angel Juárez. Este hombre los crió a los dos por igual.


- Ahora sí. Quedó más que claro. Y todo surgió porque el otro día soñé con Angel. ¿No te pasa que a veces soñás con cualquier cosa?


- No sé, nunca me acuerdo de los sueños… Bueno, querida, me voy a dormir porque si no, mañana no me levanto.


- ¡Si no tenés que hacer nada, abuela!, le dije riéndome. Bueno, ‘ta mañana. 

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