miércoles, 26 de marzo de 2014

Natural

Sin rumbo fijo, anhela escapar. Ni siquiera puede ver si lo que está detrás es su propia estela o sólo neblina ocular. O neblina y luces. O luces frías. Frío y sombra. Acelera el paso, liviano e incierto, humanamente robótico. Luz y sombra.
No es su estela, no son las luces, ni la niebla, ni los ojos, ni el frío, ni la sombra, ni el perro nervioso que ladra rogando atención. No es.
Es la misma escapatoria de la nada hacia la nada. Un paso y otro más. Sin estela, sin frío. Un meteorito apagado.
La sombra es la anti-estela. La sombra no se le despega y va adelante, firmemente delineada. Es tanto el parecido… Y no es un espejo. Debe ser así… La luz insiste.
 Al cachorro le gusta intentar agarrar su cola. En algún momento se cansa y se olvida de lo que quería hacer.




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