sábado, 7 de julio de 2012

Aire

                                                             Escrito el 1 de agosto de 2011 




Estaba sentada en mi cama, enfrente del huequito en el que había puesto el sahumerio que acababa de prender. Cuando me di cuenta, había estado unos 30 segundos hipnotizada con el humo que salía de él. Al principio era una línea recta, que luego se iba transformando en ondulaciones irregulares pero armoniosas a la vez. Me llamaba la atención ver cómo, en pocos segundos, salía del extremo del sahumerio hasta mezclarse con el aire del ambiente sin poder ser perceptible por el ojo humano.


De repente, el humo salía ya desde el extremo del sahumerio con ondulaciones cortas, como si alguien con Mal de Parkinson estuviese sosteniéndolo. Tal vez alguna pequeña correntada de aire provenía del cerraje de la puerta del costado. Fue entonces que lo rodeé con mis manos procurando atajarlo, pero el simple hecho de mover mis manos cerca del tímido fuego que generaba ese curioso humo, hizo que se rompiera del todo la delicadeza con la que se despedía desde que era generado. Me sentí tan brusca ante el arisco humo casi blanco, que hice temblar el sahumerio para sacudirlo de los 1,5 cm de ceniza que, por cierto, me ponía más nerviosa todavía.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario